Mi sed de curiosidad me ha llevado a transitar caminos muy distintos, guiada siempre por el deseo profundo de comprender, de acompañar y de tender la mano a quien lo necesite.

En todos esos recorridos hay un punto en común: mi mirada de mujer.

Desde esa perspectiva nace mi forma de entender la fisioterapia, no solo como una herramienta terapéutica, sino como un espacio de encuentro, escucha y empoderamiento.

Porque cuidar el cuerpo de una mujer es también reconocer su historia y devolverle su derecho a conocer su cuerpo y cuidar de su propia salud.

Por eso, mi trayectoria como fisioterapeuta se dirige hacia la salud de la mujer.